Las Administraciones Públicas han sido objeto de tantos estudios concienzudos como las momias egipcias, y al igual que con ellas, ninguna investigación consigue resucitarlas de su polvo de siglos de solemnidad y molicie. Viene al caso, ante la noticia de las recientes investigaciones realizadas por IBM Global Business Services, en pos de la “Empresa inteligente” y basadas en experiencias de proyectos en clientes y discusiones con líderes de negocio. A la vista del resultado de tales indagaciones, se nos plantea la duda de si las características de tales “empresas inteligentes” pueden predicarse de la mayor parte de nuestras Administraciones Públicas.
1. Así, los estudios de la multinacional del negocio llegaron a la conclusión de que las características esenciales que describen a la compañía preparada para explotar la analítica avanzada y el rendimiento optimizado, son las siguientes:
- Atenta. Está alerta a captar información y estimula a sus empleados.
- Interconectada. Mantiene coordinados los empleados y sus funciones, dentro y fuera de la organización.
- Precisa. No divaga y focaliza objetivos y medidas en acciones inmediatas.
- Interrogativa. Cuestiona permanente si puede conseguir sus objetivos con mayor rapidez y calidad, con menor coste.
- Potenciadora. Considera a sus empleados un activo en el que puede confiar y delegar, para extraer sus máximas posibilidades.
- Anticipadora. Siempre alerta a los cambios para reaccionar frente a problemas futuros.
2. Pues bien, Sevach se pregunta si, al igual que se habla de “empresas inteligentes” podría hablarse de “Administraciones públicas inteligentes”, como nuevo modelo de organización. Y parece que a primera vista, de forma telegráfica, no se ajustan nuestras Administraciones Públicas a tales rasgos. Veamos
- ¿Atenta?. ¿ A los fines de los políticos o a las leyes que marcan el camino? La mayoría de las Administraciones Públicas viven enredadas en los fines políticos, en sobrevivir a la imagen que da la prensa, y en creerse sus propias y grandielocuentes Memorias, Planes Estratégicos, Balances y tostones similares, primorososamente editados para que se lo crean los propios políticos, los funcionarios y la ciudadanía. En suma, atención al ombligo público.
- ¿ Interconectada?. Aunque la mayoría de las Administraciones Públicas se basan sobre el papel en los principios de unidad de acción, coordinación y eficacia… ¿ no se parecen a la torre de Babel, por las intrigas palaciegas de unos y otros, y por los compartimentos estancos en que desembocan las distintas unidades?.
- ¿Precisa?. De la Administración podría parafrasearse aquello de :¿ Donde vas, Administración, donde vas, triste de ti? Voy en busca de la eficacia, que ya hace tiempo la perdí…
- ¿Potenciadora?. ¿ del potencial de sus funcionarios y trabajadores? , ¿ Hablamos de productividad y carrera profesional?, jua, jua, juaaa, juaaaaaa….
- ¿ Anticipadora?, ¿ de la crisis económica y su impacto en el mundo publico? Ja,ja,jaaaaaaaaaaaa
3. En definitiva, que es triste decirlo, pero parece que bajo tales criterios nuestras Administraciones no son “inteligentes” , sino mas bien …………………………… ( Aquí cada lector, como pasatiempo veraniego, puede poner el epíteto que le venga a la mente).
Lo que sí es seguro es que tan bonitos calificativos del mundo privado ( atenta, interconectada, precisa, interrogativa, potenciadora, anticipadora) serán asumidos en el futuro por la legislación admininistrativa, por los Códigos de Buen Gobierno, por los Idearios públicos… Y es que donde esté un buen principio legalmente consagrado…¿ qué importa que no se aplique?.
Y lo que sería revolucionario sería avanzar hacia esa utópica figura del “político inteligente”, entendiendo la inteligencia en el sentido de Carlo M. Cipolla, como el arte de no perjudicar a los demás sin obtener ningún beneficio, para sí ni para terceros.
4. Así, al hilo del solaz veraniego me parece sugerente efectuar una sencilla particularización de las Leyes de la Estupidez formuladas por Carlo Cipolla, mediante la sencilla sustitución del término “persona” por el de “político”, y el resultado es interesantisimo. Ahi van tales leyes de la estupidez adaptadas al ecosistema de la colmena burocrática:
1. Siempre e inevitablemente cualquiera de nosotros subestima el número de políticos estúpidos en circulación
2. La probabilidad de que un político dado sea estúpido es independiente de cualquier otra característica propia de dicha persona
3. Un político es estúpido si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o, incluso peor, provocándose daño a sí misma en el proceso.
4. Los políticos no-estúpidos siempre subestiman el potencial dañino de los políticos estúpid0s; constantemente olvidan que en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, asociarse con políticos estúpidos constituye invariablemente un error costoso.
5. Un político estúpido es el tipo de persona más peligrosa que puede existir
P.D. Pese a mi poca confianza en los políticos profesionales, mis invectivas no van contra los políticos de pata negra, que creen en lo público y sacrifican su vida con entrega a ello, ( y puedo asegurar que he conocido excelentes profesionales de la política, aunque frecuentemente el sistema los expulsa) sino contra los políticos parasitarios que abundan y que consideran lo público un campo abonado para el clientelismo, el lucro personal, el proselitismo sectario o el poder prepotente.